Graciela, una joven y reciente aspirante a animadora en el seno de nuestro Programa, cuyo nombre alude a la Gracia, a lo gratuito, dice que en el Boletín del Programa de Salud Mental Barrial, consta que las actividades del Programa, como las del Hospital, no son gratuitas, que ellas se pagan con el fondo que se origina en el aporte de impuestos que hacen los vecinos de la ciudad.
A Graciela esto le parece engañoso, o que llama a engaño. Los impuestos no pagan nada, dice, y agrega: "Todo es gratuito, nadie cobra nada". "Todo el Programa se realiza con el esfuerzo solidario de la gente".
Debo reconocer que en el fondo de mí mismo algo se ofusca, y que no puedo reaccionar con la claridad que conviene a la circunstancia.
Esta pequeña reflexión es un intento por sobreponerme a mi propia ofuscación.
Son muchas las cosas que se me ocurre decir, Una de ellas es que las afirmaciones de Graciela son abultadamente incorrectas.
La Municipalidad paga mi sueldo, y que con él paga el trabajo que hago, y que trabajo se traduce en esta coordinación que ejerzo dentro del Programa, lo mejor que puedo y en otras cosas derivadas de esa coordinación, por ejemplo, cierta "producción teórica", cierto trabajo administrativo, cierta lucha ideológica constante contra un liberalismo que continuamente degrada, denigra o desprecia el accionar de la función pública con el sencillo trámite de decir: "Ah , perdoname, no me di cuenta".
Cuando Graciela dice lo que dice, tengo la sensación que Graciela desprecia ese trabajo que hago yo todos los días, sin que Graciela lo sepa ni lo advierta.
Pienso para mí: "Después de todo, de eso no le hablaron en la Facultad".
Y también pienso que en este trabajo de coordinador ocurren las mismas injusticias que ocurren con el trabajo doméstico del ama de casa.
No se lo advierte cotidianamente.
Sólo es notable cuando no se lo hace, y entonces, la forma de notarlo no es con un comentario de gratitud hacia la mujer que lo hacia, sino como una critica a la mujer que no lo hace. (sin advertir siquiera que es la misma mujer ).
Graciela, te explico: el erario público paga mi sueldo, y muchas otras cosas.
Eso sí, no le paga sueldo a los usuarios.
Los pacientes, familiares y voluntarios del Hospital no reciben ni sueldos, ni ningún otro tipo de prebenda económica, ni reclaman hacerlo.
La gente que se incorpora al Programa Salud Mental Barrial como animadora o usuaria del Programa está en esa categoría.
Viene a buscar algo que le interesa, y que cree que el Hospital le puede dar a través del Programa.
Conviene que el candidato al incorporarse al Programa como animador vea que quiere obtener de él y lo declare.
Eso evitaría muchas posteriores confusiones del tipo "Todo el mundo debe cobrar por su trabajo", cosa con la que estamos perfectamente de acuerdo.
Con lo que no estoy de acuerdo, es con caracterizar a nuestra inserción en el Programa como un trabajo, en el sentido económico de la palabra.
Es un trabajo filosóficamente hablando, pero cuando cada uno de los aspirantes a ingresar al Programa lo hace, es por un interés "formativo", de servicio, o de entretenimiento.
Lo único que el Programa se compromete a garantizar a los candidatos que a él se acercan es formación, oportunidad de servicio y/o recreación, y ninguna cosa del tipo retribución monetaria.
Si Ud desea algo de ese tipo, pruebe otra puerta para entrar al Hospital.
Si llegado un tiempo de su incorporación al Programa, esas necesidades "económicas" lo acucian, haremos lo que esté a nuestro alcance por ayudarlo a conectarse con oportunidades de resolución, siempre fuera del programa, y siempre que para el caso en
cuestión, el asunto no interfiera en el desarrollo de nuestro trabajo, y siempre que el necesitado no lo reclame como derecho suyo y una obligación nuestra.
También pensamos que es posible que los eventuales reclamos de algún coordinador despistado por alguna retribución económica, sea el subterfugio para protestar por lo insatisfactorio del aprendizaje en curso, por lo poco gratificante de la función de servicio, o porque el protestón no se está divirtiendo tanto como quisiera hacerlo.
Plantear la historia en estos términos sería enriquecer al Programa.
Plantear la historia en términos de retribución económica es algo así como estrangular la gallina de los huevos de oro, filosóficamente hablando.
El asunto ese de plantear el tema de la retribución económica en el Programa es algo así como lo que ocurre en algún momento de la relación de amistad entre un hombre y una mujer, en la cual hay algo del orden de lo imaginario en que se supone que si no hay sexo no se puede seguir él vínculo.
En el Programa pasa otro tanto.
El Programa es una estructura organizada para explorar los límites y posibilidades de la acción solidaria sobre todo el barrio, pero fundamentalmente sobre el propio animador.
Cuando alguien en el Programa se queja por su falta de retribución, -generalmente económica- que creemos justa en cualquier actividad en que esa retribución haya sido pactada, o comenta avatares de ese asunto, está desconociendo o distorsionando el sentido del Programa, y el sentido de su propio acercamiento a nosotros.
Quizá su protesta pueda ser entendida como una crítica metafórica al programa formativo, o al modo de ejercitar el Programa de Salud Mental Barrial.
Entendemos y compartimos los reclamos gremiales por agrandar las dotaciones de personal rentado en la planta de agentes municipales del Hospital.
Entendemos que mucho del trabajo de voluntariado barrial puede reducir las "necesidades" del personal del hospital.
Pero entendemos también que la empresa de explorar los límites y posibilidades de ese voluntariado, inscripto en el tema de la autoayuda, encuentra en la defensa de los modos heterónomos de ayuda un acerado enemigo, avieso y falaz.
Los argumentos del tipo "necesidades de aumentar la dotación de personal del hospital", o mejorar sus niveles de ingreso suelen estar al servicio de intereses gremiales.
Estos intereses pueden estar en algunas coyunturas al servicio de algún interés común, y otras veces definir a lo común como lo adverso.
Piénsese, sin ir más lejos, cuánto del interés gremial de los laboratorios de especialidades medicinales apunta contra el interés por la salud común, para no dar más que un ejemplo de fácil digestión.
Cuando un coordinador dice que su trabajo es gratis, puede desear significar que lo hace por algo del orden de la Gracia ( explorar, por favor, el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua), o que lo hace sin retribución económica.
No es moco de pavo la diferencia. Como cualquier psicoanalista o analista motivacional de mercado sabe, una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.
Cuando el concepto de gratis del texto mencionado significa "sin retribución económica", esto significa que el locuaz está observando lo que no hay (y que se pactó además que no habría de haber), y que deja de ver lo que hay.
Si este estilo perceptual se reitera en ese coordinador, estará epistemológicamente impedido de serlo en nuestro Programa. Nuestros animadores toman el lema de "El Tao de los líderes" de J. Heider: "El buen coordinador se alegra con lo que hay, nunca sufre con lo que no hay".
Por suerte, en el mundo hay otros lugares de inserción para él, y estaremos contentos de acompañarlo, si nos lo pide y nos dan las fuerzas.
El Programa acepta bajo su protección a todo vecino que trae su voluntad de servir como un modo de satisfacer su propio crecimiento moral. (¿ recuerdan que hay una palabra así en nuestro lenguaje, y que algo debe querer decir?).
Lo mismo que muchos pacientes que consultan, cualquiera sea su preocupación, por ese engrandecimiento, que en técnico llamamos "dirección de la cura", aunque algún salvaje pueda llamar cura brutalmente hablando. ¿ Qué pensaríamos de un paciente que reclame un estipendio por ser atendido en el Hospital ? ( Les juro que no es invención mía; hay pacientes que "luchan" por ser reconocidos como merecedores de ese dinerillo, y profesionales que los avalan).
Lo mismo que pienso de un vecino que desea ser agente y que reclama ser subsidiado por desarrollar su función de agente.
A ese desarrollo convoca el Programa de Salud Mental Barrial del Hospital Pirovano; a que aquellos que deseen continuar su formación de agentes de salud mental barrial, vengan a hacerlo.
La formación de pregrado en ese sentido, convengamos, es bastante deficitaria. Y no hay otros lugares en dónde hacerla.
Muchas oficinas de "formación de postgrado de agentes de salud" confunden a los agentes del arte de curar con los agentes de salud.
Y no es lo mismo, y a veces es francamente diferente. "El gato es mal guardián de las sardinas" dice Scalabrini Ortiz, pensador argentino forcluído Lacan dixit-.
Nosotros estamos organizando una Escuela de salud. Mucha gente se acerca desorientada, formada en este asunto de la atención de la enfermedad como un equivalente del asunto salud.
No entienden de qué se trata cuando decimos salud. Una de las formas más frecuentes de mostrar "la pata de la sota" es introducir ingenuamente, el asunto de que "Se debe cobrar por todo trabajo".
Sí. Pero no es cierto que se deba cobrar por toda "prestación". Y tampoco es cierto que toda capacitación deba ser sin cargo para el aprendiz.
Y mucho menos con subsidio. Entrar al Programa, tanto como ser concurrente sin sueldo de un hospital, forma parte de un programa de capacitación que generosamente la Municipalidad pone al alcance de los interesados para su formación de postgrado.
O es una oportunidad de servir desinteresadamente a quienes deseen practicar esa alternativa. Y hasta es una oportunidad de pasarlo bien juntos, para los que eso se propongan en el Hospital.
Lamentablemente, en algunos servicios hospitalarios, los concurrentes (algunos) alzan banderas del tipo. " "Queremos que nos paguen por nuestro trabajo".
Evidentemente, en esos casos está interrumpida la función formativa que se habían propuesto, o porque no la hay, o porque no se la aprecia.
Algunos jefes, muy pocos, asumen y lideran estas reivindicaciones. Lo hacen porque así ocultan que su propia capacidad como formadores de esos jóvenes profesionales ha llegado a su límite, si alguna vez la tuvieron.
Bueno sería que los reclamadores recuerden que el sistema de trabajo ad honorem es un régimen de capacitación de postgrado, y no un régimen de ampliación de los planteles profesionales del hospital.
Cuando esos profesionales ad honorem reclaman ser incorporados como personal de planta, están usurpando con sus reclamos los derechos de las jóvenes generaciones que también desean ingresar como "honorarios"al hospital, pero que no pueden hacerlo porque estos profesionales concurrentes se perpetúan o desean perpetuarse en ese lugar, saturando el ingreso de los nuevos, con reclamos de aparente benevolencia y servicio.
El tema del dinero, siempre, siempre , - y ha de ser consecuencia de cierto fenómeno de fetichización que con él producimos (ojo, obsérvese que no digo que la fetichización sea inherente al dinero, sino a nuestros quehaceres con él) trae cola en el Programa de Salud Mental Barrial.
Y esta cola, hasta ahora, ha sido beneficiosa siempre para el Programa, aunque a veces trajo mucho dolor. Pero así es el parto, y el crecer, y el gozar la vida y el morir.
Carlos Campelo